Volumen 13 Número 2 *Autor(a) correspondiente mapefern@gmail.com Publicación 14 nov 2025 ¿Cómo citar? FERNANDES, M. P. Sobre el sentido económico del desarrollo. Coleção Estudos Cariocas, v. 13, El artículo fue originalmente enviado en PORTUGUÉS. Las traducciones a otros idiomas fueron revisadas y validadas por los autores y el equipo editorial. Sin embargo, para una representación más precisa del tema tratado, se recomienda que los lectores consulten el artículo en su idioma original. | Sobre el sentido económico del desarrollo On the economic meaning of development Sobre o sentido econômico do desenvolvimento Marcelo Pereira Fernandes¹ 1Instituto Municipal de Urbanismo Pereira Passos, Rua Gago Coutinho, 52, Laranjeiras, Rio de Janeiro, RJ, ORCID 0000-0003-4550-8564, mapefern@gmail.com ResumenEl objetivo de este artículo es discutir el concepto de desarrollo económico, destacando que en su esencia se encuentra el avance de las fuerzas productivas; esencia que ha sido distorsionada por el ascenso del pensamiento neoliberal. Además, se busca demostrar la centralidad de la industrialización para el desarrollo y el papel fundamental del Estado como planificador e inductor de la industrialización. Palabras clave: desarrollo; fuerzas productivas; industrialización; planificación. AbstractThe aim of this article is to discuss the concept of economic development, emphasizing that its essence lies in the advancement of the productive forces; an essence that has been distorted by the rise of neoliberal thought. Furthermore, it seeks to demonstrate the centrality of industrialization to development and the fundamental role of the State as its planner and driver. Keywords: development; productive forces; industrialization; planning. ResumoO objetivo deste artigo é discutir o conceito de desenvolvimento econômico, destacando que na sua essência está o avanço das forças produtivas; essência esta que foi distorcida pela ascensão do pensamento neoliberal. Além disso, busca-se demonstrar a centralidade da industrialização para o desenvolvimento e o papel fundamental do Estado como planejador e indutor da industrialização. Palavras-chave: desenvolvimento; forças produtivas; industrialização; planejamento. |
La naturaleza no construye máquinas ni locomotoras, ferrovías, telégrafos eléctricos, máquinas de hilar automáticas etc. Ellas son productos de la industria humana; material natural transformado en órganos de la voluntad humana sobre la naturaleza o de su actividad en la naturaleza. Ellas son órganos del cerebro humano creados por la mano humana; fuerza del saber objetivada. (Karl Marx, Grundrisse)
El desarrollo económico es un concepto complejo que viene comportando diversas definiciones dependiendo del autor. En la economía política clásica, el desarrollo estaba ligado a la acumulación de capital. Es decir, para que la sociedad mejorara sus condiciones de existencia, sería fundamental que la capacidad de producción también se elevara, y eso se alcanza por medio del avance de las fuerzas productivas (tierra, capital y trabajo), especialmente con el aumento de la relación capital/producto.
Del mismo modo, el avance de las fuerzas productivas cumple un papel central en el análisis de Karl Marx y Friedrich Engels. Para ellos, el proletariado, mientras clase dominante, debería “aumentar lo más rápido posible el total de las fuerzas productivas” lo que sería alcanzado con la centralización de los medios de producción por el Estado[1] (Marx; Engels, 2010, p. 57).
Sin embargo, el uso del término desarrollo económico es más reciente. Como un campo específico de la economía, el desarrollo aparece poco después de la Segunda Guerra Mundial (1938-1945), convirtiéndose en un asunto apremiante entre los gobiernos nacionales. La propia Organización de las Naciones Unidas (ONU), por medio de una Resolución de la Asamblea General, declaró que la década de 1960 sería la “década del desarrollo”. De la misma forma, la creación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ocurre justamente con el objetivo de superar el subdesarrollo en la región. Todo esto no ocurrió por casualidad. Había un terreno fértil para que ideas sobre el desarrollo surgieran. En ese sentido, conforme Bastos y Britto (2010), por lo menos cinco elementos pueden ser citados como fomentadores de este proceso:
En particular, autores de la tradición cepalina, como Raúl Prebisch y Celso Furtado, elaboraron sus teorías de desarrollo a partir de una crítica al liberalismo y a la teoría de las ventajas comparativas que prevalecían hasta el comienzo del siglo XX. Ellos entendían que el desarrollo económico implicaría una transformación en la estructura económica, lo que a su vez llevaría a cambios en la estructura social y política.
Es también con la transformación en la estructura económica que se puede reducir la restricción externa y aumentar la capacidad de importar. Después de todo, por más riquezas que un país posea, sea de recursos naturales, tamaño de su territorio o tierras fértiles, no le confiere por sí solo el título de país desarrollado. No es lo que se tiene, conforme destacó Chang (2009), sino cómo se obtiene, lo que determina si un país es desarrollado o no[3].
Sin embargo, con el paso del tiempo, el concepto ganó un aspecto más cualitativo y con varias dimensiones. Y estas varias dimensiones – provisión de las necesidades básicas, economía ambientalmente sostenible, equidad de género etc –, aún cuando se pueda discutir su mayor o menor importancia de cada una de ellas, una parece estar simplemente olvidada: la dimensión de la producción, es decir, justamente la transformación de la estructura productiva (Chang, 2009).
De hecho, con la ascensión del neoliberalismo, la importancia de las fuerzas productivas se volvió algo marginal dentro del concepto de desarrollo. Más que eso, teorías sobre “decrecimiento” económico en boga van a intentar demostrar que el aumento de la capacidad productiva es antagónico al desarrollo. Este marco ideológico se sostiene en ideas de mercado autorregulado, en la exaltación del emprendimiento individualista y en una visión vulgar de la meritocracia.
A lo largo de la historia, el desarrollo de las fuerzas productivas ocurría generalmente de forma no intencional. El capitalismo, por su parte, es el primer modo de producción que se mueve basado en la búsqueda intencional de innovaciones tecnológicas. Esto se debe a la competencia intercapitalista y a la forma como ocurre el proceso de valorización del capital. Después de la primera revolución industrial iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII, eventos de la naturaleza (sequía prolongada, inundaciones etc) que dificultaban la producción de los bienes esenciales para la reproducción social se volvieron cada vez menos relevantes.
Sin embargo, antes mismo de la revolución industrial, los llamados mercantilistas ya reconocían el papel de la industria para producir mercancías de mayor valor agregado para la exportación, yendo mucho más allá de la mera idea de acumulación de metales preciosos, con la que el pensamiento mercantilista quedó marcado. Por su parte, Adam Smith, el padre de la economía liberal, vinculaba el avance de las fuerzas productivas al desarrollo de la industria. Para él, es la industria la que genera economías de escala y rendimientos crecientes que suprimirían los rendimientos decrecientes de la agricultura, en su época aún muy dependiente de las condiciones climáticas y de la fertilidad del suelo.
A fines del siglo XIX, con la industrialización de Alemania y de los Estados Unidos, ya estaba muy claro que aquellos países que se especializaran en productos primarios estarían condenados al atraso relativo. Contradictoriamente, también en el último cuarto del siglo XIX ganó fuerza la teoría neoclásica (marginalista) de la economía, más preocupada con la asignación de recursos que consideraban escasos, mientras el avance de las fuerzas productivas fue puesto de lado, lo que la vuelve inútil para las teorías de desarrollo. Así, como recuerdan Bastos y Britto (2010) no sorprende que solamente en 1957 haya surgido un modelo neoclásico de crecimiento, el modelo de Solow, y aún así concibiendo el crecimiento en la posición de steady state, que no se relaciona con la acumulación de capital, que es, en palabra de los autores: “uno de los resultados económicos de mayor robustez en la historia económica” (Bastos; Britto, 2020, p. 9). Además, la teoría neoclásica aboga por la posibilidad de industrialización conducida por las fuerzas espontáneas de los mercados. Pero esta es una premisa que no encuentra amparo en la realidad histórica: lo que la evidencia empírica corrobora es el papel fundamental del Estado como el planificador e inductor de la industrialización[4]. Es eso lo que muestran los casos exitosos de industrialización, en los cuales el propio Brasil fue ejemplar con la ejecución del II Plan Nacional de Desarrollo (1975-1979).
Una justificación central para la industrialización, en especial para los países subdesarrollados, que fue explicada por Prebisch en sus primeros estudios, como recuerdan Medeiros y Serrano (2001), está en la baja elasticidad renta de los productos primarios, en contraste con la alta elasticidad de los productos industriales. Dice Prebisch (2011, p. 269]): “A medida que la renta real per cápita supera ciertos niveles mínimos, la demanda por productos tiende a crecer más que la de alimentos y otros productos primarios”. Ante esta realidad imposible de negar — que por cierto no depende de la célebre tesis del deterioro secular de los términos de intercambio[5] — países que se especializaran en la exportación de productos primarios e importaran productos industrializados tendrían inevitablemente problemas en sus cuentas externas. Esto porque, con el aumento de la renta hay una tendencia estructural de las importaciones a aumentar más en relación a las exportaciones. Dada la restricción de la capacidad de importar, la solución sería reducir el ritmo de crecimiento de la economía a fin de reducir sus importaciones. En conferencia de las Naciones Unidas en 1964, Prebisch abordó nuevamente el problema:
La tendencia al desequilibrio externo de los países en desarrollo es sobre todo expresión de la disparidad con que tienden a crecer las exportaciones primarias y las importaciones de bienes industrializados en los países en desarrollo. Mientras las primeras suelen desarrollarse con relativa lentitud, salvo algunas excepciones, la demanda de importaciones industriales tiende a crecer a ritmo acelerado. (Prebisch, 2011, p. 466).
La única salida, por lo tanto, para los países periféricos sería modificar su pauta exportadora en favor de productos industrializados. Esto no es incompatible con el aumento de la producción agrícola; al contrario, la industrialización facilitaría la mecanización de la agricultura. Tampoco significa una defensa de la autarquía. La cuestión para Prebisch era utilizar la capacidad de importación para que el país avanzara en la industrialización y evitara crisis de balanza de pagos que frenaran este proceso.
Además, cuando no hay un avance en la industrialización, es probable que las mejoras en las condiciones de vida de la población no se sostengan. Como demuestra el caso reciente de América Latina, en los años 2000 hubo una expresiva mejora en las condiciones de vida con reducción de la pobreza y aumento del consumo fruto de gobiernos más comprometidos con la cuestión social y un escenario económico externo favorable. Sin embargo, esta mejora no ocurrió con un avance en la estructura productiva de la región. Al contrario, se profundizó la especialización productiva en recursos naturales, como alimentos, energía etc, acarreando en un proceso de desindustrialización y reprimarización de la canasta exportadora. (Pinto; Cintra, 2018, p. 173).
Evidentemente que no se puede volver al desarrollo económico de las décadas de 1950 y 1960. Hay cuestiones importantes que en aquel tiempo no fueron consideradas, como la agenda ambiental que actualmente ganó centralidad. Pero el propio proceso de industrialización también cambió, así como la división internacional del trabajo, haciendo con que la división clásica entre países centrales y periféricos también cambiara. A mediados del siglo XX, la industrialización se caracterizaba por la estructuración de cadenas de valor predominantemente locales. Hoy, la estructuración se da a partir de las cadenas de valor globales en que países periféricos también exportan productos industriales sofisticados. Además, difícilmente un país conseguirá detener todos los eslabones de una cadena productiva industrial compleja; en el caso específico de los semiconductores avanzados, eso es virtualmente imposible. Esto coloca el desafío del país de posicionarse en los puntos más dinámicos de la cadena, algo que no ocurrirá de forma espontánea. La complejidad del proceso de innovación dentro de la llamada cuarta revolución industrial volvió más inequívoca la dependencia estatal para las inversiones en tecnología de lo que fue en el pasado. Una vez más, son imprescindibles grandes inversiones, estudios, planificación y decisión del Estado.
Es preciso, por lo tanto, una nueva correlación de fuerzas en América Latina que retome la idea central del desarrollo que es el cambio en la estructura productiva de los países. La industria continúa siendo importante y no pasa de fábula la idea de que países en desarrollo puedan saltar a lo que viene siendo alardeado como era posindustrial. Esto no significa restringirse solamente a los aspectos materiales del desarrollo, ni negligenciar los efectos sobre el medio ambiente que el pensamiento desarrollista negligentó en el pasado.
Referencias
BASTOS, Carlos Pinkusfeld; BRITTO. “Introdução”. In: AGARWALA, A.N.; SINGH, S.P. A economia do subdesenvolvimento. Rio de Janeiro: Contraponto: Centro Celso Furtado, 2010.
CHANG, Ha-Joon. “Hamlet without the Prince of Denmark: How development has disappeared from today’s ‘development’ discourse”. KHAN S.; CHRISTIANSEN, J (eds.). Towards New Developmentalism: Market as Means rather than Master. Routledge, 2010.
MARX, Karl. A Crítica ao Programa de Gotha. São Paulo: Boitempo, 2011.
MARX, Karl; ENGELS, Friedrich. O manifesto do partido comunista. Editora Boitempo: São Paulo.
MEDEIROS, Carlos Aguiar; SERRANO, Franklin. “Inserção externa, exportações e crescimento no Brasil”. In: FIORI, José Luís (org). Polarização mundial e crescimento. Petrópolis, RJ: Vozes, 2001.
PINTO, Eduardo Costa; CINTRA, Marcos Antonio Macedo. In: BRANDÃO, Carlos Antônio. Teorias e políticas do desenvolvimento latino-americano. Rio de Janeiro: Contraponto.
PREBISCH, Raúl. “Problemas teóricos e práticos do crescimento econômico”. In: GURRIERI, Adolfo. (org). O manifesto latino-americano e outros ensaios. Rio de Janeiro: Contraponto: Centro Celso Furtado, 2011.
PREBISCH, Raúl. “A ordem de coisas na economia internacional”. In: GURRIERI, Adolfo. (org). O manifesto latino-americano e outros ensaios. Rio de Janeiro: Contraponto: Centro Celso Furtado, 2011.
Sobre el Autor
Marcelo Pereira Fernandes es doctor en Economía y profesor Asociado IV del Departamento de Economía de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFRRJ). Es docente del Programa de Posgrado en Ciencia, Tecnología e Innovación en Agropecuaria (PPGCTIA), del Programa de Posgrado en Economía Regional y Desarrollo (PPGER) de la UFRRJ y del Programa de Posgrado en Economía Política Internacional (PEPI) de la UFRJ. Actualmente se desempeña como coordinador de la Coordinación de Proyectos Especiales del Instituto Pereira Passos (IPP).
Contribuciones del Autor
Conceptualización, M.P.F.; metodología, M.P.F.; software, M.P.F.; validación, M.P.F.; análisis formal, M.P.F.; investigación, M.P.F.; recursos, M.P.F.; curaduría de datos, M.P.F.; redacción—preparación del borrador original, M.P.F.; redacción—revisión y edición, M.P.F.; visualización, M.P.F.; supervisión, M.P.F.; administración del proyecto, M.P.F.; obtención de financiación, M.P.F.
Conflictos de Interés
El autor declara no tener conflictos de interés.
Sobre la Coleção Estudos Cariocas
La Coleção Estudos Cariocas (ISSN 1984-7203) es una publicación dedicada a estudios e investigaciones sobre el Municipio de Río de Janeiro, vinculada al Instituto Pereira Passos (IPP) de la Secretaría Municipal de la Casa Civil de la Alcaldía de Río de Janeiro.
Su objetivo es divulgar la producción técnico-científica sobre temas relacionados con la ciudad de Río de Janeiro, incluyendo sus conexiones metropolitanas y su inserción en contextos regionales, nacionales e internacionales. La publicación está abierta a todos los investigadores (sean empleados municipales o no), abarcando áreas diversas — siempre que aborden, parcial o totalmente, el enfoque espacial de la ciudad de Río de Janeiro.
Los artículos también deben alinearse con los objetivos del Instituto, a saber:
Se dará especial énfasis a la articulación de los artículos con la propuesta de desarrollo económico de la ciudad. De este modo, se espera que los artículos multidisciplinarios enviados a la revista respondan a las necesidades de desarrollo urbano de Río de Janeiro.
/
[1] En la Crítica del Programa de Gotha, Marx advertía que el socialismo no es una doctrina centrada principalmente en la distribución, al contrario de lo que pensaba el socialismo vulgar de la época, que separaba la distribución de las relaciones de producción.
[2] Es importante recordar que, según la teoría de las ventajas comparativas — ampliada por la teoría H-O (Heckscher-Ohlin), que incorpora las diferencias en la dotación de factores de producción entre países —, los países periféricos no necesitarían industrializarse para alcanzar el desarrollo económico.
[3] Chang (2009) cita el caso de Filipinas, que exporta muchos productos de alta tecnología, pero no por ello se considera un país desarrollado, ya que dichas exportaciones utilizan tecnologías de otros países. Si las multinacionales abandonaran Filipinas, el país se convertiría inmediatamente en un exportador de materias primas.
[4] Lamentablemente, el ideario neoliberal de equilibrio presupuestario que se apoderó de varios gobiernos dificulta severamente que el Estado sea responsable de desarrollar políticas de industrialización o incluso cualquier tipo de política pública.
[5] Es evidente que, cuando ocurre el deterioro de los términos de intercambio, la situación de los países periféricos es aún más severa. De todos modos, sorprende cómo varios comentaristas de Prebisch solo destacan el problema del deterioro de los términos de intercambio.